Lo que no se escucha en una canción refiere a los recuerdos, sucesos y personas que le dan sentido a las melodías. Hay lugares y sensaciones a las que solo podes llegar escuchando música. Mayormente las canciones que te conmueven forman parten de la banda sonora de tu vida. Somos un poco lo que escuchamos, porque escuchamos lo que somos. Y si bien la idea no es escribir sobre música, buscaremos en la música historias para contar.
Por: Deja de Gritar
Estoy sentado en la vereda esperando para ir a comer y por primera vez escucho esta canción en Brasil sonando en un reproductor.
Son las nueve de la noche en São Paulo y un vecino que ni sabe que existo la puso a todo lo que da. La viola me pega directo en la sien sacándome de tiempo y de espacio.
Caigo en la Rendeiras caminando hacia la Lagoa. Está nublado, el cielo me acaricia los pensamientos. Solo me importa llegar a trabajar y comerme una hamburguesa doble del Mati con cebolla caramelizada. La llovizna despide el verano y las trampas del amor florecen entre turistas y locales de comidas rápidas.
Suena Clapton en los auriculares. El sushiman rapero está sumergido en un trance de amor, los mariscos están perdiendo el swing y la pizzería de al lado hace semanas tiene otro gusto.
La canción parece nunca avanzar y en medio de ese loop descubro que lo que terminó en julio había empezado a morirse en marzo. El verano cerró sus puertas ese sábado que ella fue a trabajar con el pelo mojado, con sus aros grandes y su sonrisa de pre-electro que armonizaba el rock oscuro en el skate park.
Nos cruzamos por la tarde, me saludó con una fingida indiferencia y continué mi día como cualquier otro. La última vez que repetimos la dinámica de cruzarnos casualmente. Fue la última vez que coincidimos en una mirada.
Un ¨¡Vamo’ a yanta, gringo!¨, me despierta del trance. Son las 21:17 y la galera hizo pollo frito, pero tengo el estómago cerrado.
Mientras se reinicia mi precario portugués picoteo frango frito de parado y las preguntas me pasan por encima.
Desde que se fue la realidad se llenó de espejos. El recepcionista trilingüe se volvió mi vecino y profesor. Algunos volvieron a sus vidas, otros a una nueva rutina. Y como suele pasar en los finales de verano, me entretuve con historias momentáneas para que la transición no duela tanto.
A veces, armamos los recuerdos de forma tal que parecería que el lugar es el responsable. Pero todo sucede dentro de nosotros. Ella fue un espejo álmico escondido en conversaciones. En esas charlas encontré colores que no conocía, versiones extraviadas y paciencia para conmigo mismo.
Es media noche, volví a escuchar la lista del verano donde estaba esta canción. El pollo tenía mucha sal y comenzó a llover otra vez.