Lo que no se escucha en una canción refiere a los recuerdos, sucesos y personas que le dan sentido a las melodías. Hay lugares y sensaciones a las que solo podes llegar escuchando música. Mayormente las canciones que te conmueven forman parten de la banda sonora de tu vida. Somos un poco lo que escuchamos, porque escuchamos lo que somos. Y si bien la idea no es escribir sobre música, buscaremos en la música historias para contar.
Por: Deja de Gritar
Hace más de un año que quiero escribir sobre Charlie Brown Jr y no salía. Me fue tan difícil como cuando tuve que escribir sobre Redondos. A veces es difícil describir objetivamente el presente que nos está atravesando.
Estos meses, mientras acontecían otras búsquedas literarias, encontré dos posibles palabras que podrían (o no) describir mis sensaciones: movimiento y alegría, o movimiento con alegría. No representan culturalmente a todo brasilero, pero si hay una tribu urbana que curte a la banda como un ricotero a los redonditos. Y desde ahí van abrazando frases, pintando paredes y circulando en skate por la vida con sus canciones como estandarte.
Sus letras no tienen la filosofía enigmática de Patricio Rey pero en sus canciones ya suenan recuerdos.
Son las olas de Mariscal pegando con fuerza en mis creencias en el vacío de un país inmenso que me tenía de turista y con el alma rota. Son Las interminables noches en el Pitoco viajando en canciones con gente desconocida. Son junto a Maneva la musiquita que me acompañó mientras transitaba un remolino interminable de miedos.
Escuchando a Charlie sentí que había encontrado un refugio musical, canciones que desde otra cultura y en otro idioma me abrazaban el alma pintandola de esperanza. Salpicaron mi nostalgia argenta con un poquito de alegría brasilera en forma de rock, desde lo urbano y contando historias que podrían haber pasado en mi barrio.
Ponte indestructible es una canción que me la cruce en muchas situaciones raras, dolorosas y random del viaje. Era la canción que escuchaba el ingeniero en Canasvieiras cuando jugaba a la ruleta virtual y me regalaba diez reales cada vez que ganaba porque yo le daba suerte.
Sonó de fondo en un parador mientras le intentaba vender alfajores artesanales a una chilena, que no me compro pero me dio su instagram. También me recuerda al Yuri y sus aventuras enseñándome nuevas formas de relacionarme y otras versiones de la libertad.
Había días donde dudaba de todo y cuando miraba para atrás no me encontraba en ningún universo. Con esta banda pude comenzar a reinterpretar mi historia. Recopile los milagros del camino y abrace las tardes de piano y filosofía con el piojo sin lamentar la distancia. La banda Me acaricio cuando las certezas temblaban de miedo recordando las sensaciones de la cocaína.
Charlie Brown Jr sin buscarla y sin querer comenzó acariciarme las arterias del dolor pidiéndome que quite algunas sombras de la mochila porque se iba a romper la lamparita, y si volvíamos a estar a oscuras estábamos en casa ajena sin mucho recurso para iluminarlos.
En Fortaleza de barra me hice amigo de Felipe y su viola. Todos los mediodía antes de comer zapabamos poesía, tomábamos mucho café, debatiamos sudamérica y siempre terminabamos cantando “só os loucos sabem”. Fue uno de los lugares más sanadores del viaje. Pocas veces el sol brilló tanto como aquel invierno 2024. Y ahí estaba Charlie Brawn Jr siendo testigo de la desconstrucción silenciosa que nos ocurría.
Es un sonido que fue conmigo casi a todos lados el último tiempo. También tiene gusto a una banda que les hacía tributo, a un hermoso dos de enero, tiene amigos momentáneos y muchos bequis divertidos al salir el sol.
Sigo sin saber cual es la mejor canción para mi pero tenía que elegir una. Y si bien no me cierra demasiado porque es la más popular de la banda, la elegí porque sería la primera canción que te pediría escuchar juntos si te volviera a ver.
