• 26/04/2025 12:19

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Lo Que No Se Escucha: ¨Como eran las cosas¨, Babasónicos

Lo que no se escucha en una canción refiere a los recuerdos, sucesos y personas que le dan sentido a las melodías. Hay lugares y sensaciones a las que solo podes llegar escuchando música. Mayormente las canciones que te conmueven forman parten de la banda sonora de tu vida. Somos un poco lo que escuchamos, porque escuchamos lo que somos. Y si bien la idea no es escribir sobre música, buscaremos en la música historias para contar.

Por: Deja de Gritar

La navidad y año nuevo son momentos en que nos enceguece el frenesí de los rituales y las promesas, pareciera que en el aire habita una especie de somnífero que sube el nivel de ansiedad y dramatismo.

Mientras compraba frutas y cervezas para la noche buena recordé que las posibilidades de verla esa noche era de una sobre nueve,  entonces terminé depositando toda mi fe en un recuerdo de la niñez. Compré una barrita de chocolate porque sentí que pese a las estadísticas yo esa noche la vería, al menos un ratito. En esos momentos o soltas el sentir o lo abrazas con toda tu fuerza permitiéndote que te lleve donde tengas que estar.

Pasada la medianoche nos cruzamos. Fue un cruce común, un día más, otro momento cualquiera. El chocolate estaba acurrucado en la mochila envuelto en ansiedad, con un poco de vergüenza pero seguro de que su destino sería una riñonera gris, solo tenía que esperar.

Cuando la persona que te gusta está presente dejas de hacer hipótesis, no calculas casi nada y cada detalle se convierte en una expresión luminosa del universo. A veces cuando sabemos que no habrá un beso con la persona que nos gusta las palabras parecen buscar acariciar el alma. Son situaciones que nos invitan a apagar el ego para disfrutar las cosas tal cual son más allá de los resultados.

La noche fue sucediendo y nos fuimos encontrando en casualidades insignificantes: en la heladera me permití un chiste de música, me contaste del día mientras preparabas un fernet y nos reímos , como siempre, de las insensateces que ocurrían en el lugar que nos habíamos conocido. En uno de esos cruces casuales le di el chocolate y me devolvió una sonrisa, mi autoestima abrazó a mi seguridad por haber confiado.

El movimiento del sentir, la noche, la inercia o quizás el deseo inconsciente nos hizo atravesar la ciudad a la madrugada cantando Babasónicos a dos voces casi hasta quedarnos sin aire. Terminamos en la plaza, renovamos las cervezas, armamos una nueva playlist y vimos juntos el amanecer del 25 de diciembre en los banquitos mirando el puente y riéndonos de manera cómplice de casi cualquier cosa.

A veces corremos detrás del deseo enceguecidos por el ego sin darnos cuenta que el amor está compuesto de momentos simples que pasan desapercibidos pero que nos iluminan el alma. En algunos momentos silenciamos sin darnos cuenta el amor por estar pendientes del ideal.

Esa noche no hablamos de otra cosa que no sea de música y recortes de vida aleatorios, no me anime a pedirle un beso pero fue uno de los amaneceres más lindos de los últimos años. Fue un verano con momentos musicales, psicoanálisis de plaza y filosofía de viaje. Fue genuino, muchas veces orgánico. Imagino que eso debe tener algún valor porque conocí muchos amores que a pesar de tener años e historias en común les costaba transitar la espontaneidad de una conversa mixturada con el sol y unos panchos con mayonesa. 

Fue un lindo verano en cual redescubrí los interminables mundos que pueden vivir en un abrazo y reafirmar que los mejores momentos de nuestras vidas llegan a nosotros un día cualquiera. Y no son para siempre.