Lo que no se escucha en una canción refiere a los recuerdos, sucesos y personas que le dan sentido a las melodías. Hay lugares y sensaciones a las que solo podes llegar escuchando música. Mayormente las canciones que te conmueven forman parten de la banda sonora de tu vida. Somos un poco lo que escuchamos, porque escuchamos lo que somos. Y si bien la idea no es escribir sobre música, buscaremos en la música historias para contar.
Por: Deja de Gritar
Los Ramones quizás sean la banda más vinculada a las remeras de rock quizás por eso cada vez que me voy a deshacer de una prenda pienso en este tema.
En el barullo de ropa que amontonamos en el placard tenemos un rompecabezas de situaciones, personas y sensaciones que pocas veces ordenamos. Las prendas van tomando nombre, amontonando referencias, anécdotas y secretos que están ahí pero casi nunca tocamos.
La verde tenía las consecuencias de un piquete de polillas, la tela era buena pero ya estaba media chicle, hace dos años que no tenía mangas pero la estampa estaba intacta. El verde no es de mis colores preferidos, sin embargo, tenía un cariño particular por esa remera.
Tenía una estampa de Freud sentado en un diván con otro Freud saliendo de su cabeza, no era necesariamente una imagen original, pero formó parte de mis prendas preferidas durante años.
En las primeras fotos que me saque en la playa la tengo puesta. Me fotografié parado, sentado, de espaldas, en el agua, corriendo y con cara de nada. Ahora que lo pienso fue una despedida, como cuando sabemos que será el último beso pero no lo pensamos en ese momento para no transitar la nostalgia.
Al otro día sin pensarlo demasiado la tiré. Mientras tomaba la decisión la duda me gritaba en siete idiomas algunas tristezas que amenazaron con invadir mi alma y aniquilar a cada una de las esperanzas. A veces nos demoramos en cerrar ciclos porque eso nos haría abrir un poco más los ojos de la conciencia, ver el horizonte y tener que decidir. O aceptaba la decodificación o seguía con la remera montando telones de conjeturas inviables.
Desecharla hizo que baje la marea. Sacó la basura de mar adentro, los vientos se volvieron fríos y de un momento a otro la playa quedó desolada. Lo mismo sucedió con los días, se fueron convirtiendo en un camino cada vez más estrecho donde las casas fueron dejando la basura acumulada del último mes en la calle. Transitar se volvió casi imposible.
En ese momento me dí cuenta que hacía años tenía en el placard una remera que distorsionaba mis pensamientos y que escondía deseos muertos. Cuando me saqué el malestar de encima fui descubriendo que estaba acostumbrado a transitar con los muertos en el hombro por miedo a perder los recuerdos. En la remera estaba el ego intentando perpetuar una historia y el apego frenando el destino.
Lo importante queda alojado en nuestro cerebro y también en la memoria emocional. Todo aquello que nos transforma vive en las sonrisas que se nos escapan en cualquier momento del día, en las costumbres incorporadas, en el cuelgue de una fiesta, cuando cerramos los ojos o en el momento en que nos vamos a dormir.
La ropa, los lugares y los olores son solo un cofre imaginario que guarda emociones. Es una de las formas que tiene el alma para emanar el amor al universo. No son las cosas y los lugares lo que realmente importa, lo genuino es la sensación de plenitud que se nos incrusta en el cuerpo mientras tocamos, sentimos o degustamos ese recuerdo.
Esta canción me lleva a muchos finales y en consecuencia me recuerda lo maravilloso que es volverlo a intentar. Las remeras tienen esa nostalgia que parece mantener vivo el recuerdo pero si entorpece el movimiento, quizás ya cumplió un ciclo.